jueves, 7 de julio de 2011

Revista Planeta

De chico siempre sentí curiosidad por esas revistas que tenían en la tapa caras de piedra y colores aguados, me gustaba hojearlas y leer fragmentos de ellas. Esas revistas que mis padres atesoraban en la biblioteca de la casa de Somisa, se han perdido en la distancia, pero las recuerdo como si recién las hubiera tenido en mis manos.


Seguramente, mis padres durante su juventud en la década de 1960 habrán encontrado un mundo de interrogantes en las páginas de esta revista, habrán explorado simbólicamente territorios desconocidos y misteriosos. En esos años no existía Internet, ni las computadoras personales y la exploración espacial estaba en sus comienzos.

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Hoy, en el siglo XXI, la humanidad ha dado saltos significativos en el campo tectnológico y se han descartó muchas de las hipótesis que se desplegaban en las páginas de la Revista Planeta. Sin embargo, los interrogantes básicos aún persisten, por eso es interesante rescatar el lugar desde donde se formulaban estas ideas que en esos años generaron tantas controversias.

El prefacio del libro "El Retorno de los Brujos" nos da una pista del recorrido que llevó a Powels a la definición del Realismo Fantástico:

“Salía de Gurdjieff. Una amistad muy viva me ató a André Bretón. Éste me hizo conocer a René Alleau, historiador de la alquimia. Un día que estaba buscando un vulgarizador científico, para una colección de obras de actualidad, Alleau me presentó a Bergier. Se trataba de un trabajo alimenticio, y yo hacía poco caso de la ciencia, vulgarizada o no. Sin embargo, este encuentro fortuito debía ordenar mi vida por un largo período de tiempo, agrupar y orientar todas las grandes influencias intelectuales o espirituales que yo había experimentado, desde Vivekananda a Guénon, desde Guénon a Gurdjieff, desde Gurdjieff a Bretón, y volverme, en mi edad madura, al punto de partida: mi padre.

En cinco años de estudio y de reflexiones, en el curso de los cuales nuestros dos espíritus, bastante diferentes, se sintieron constantemente felices de hallarse juntos, creo que descubrimos un punto de vista nuevo y rico en posibilidades. Es lo mismo que hicieron, a su manera, los surrealistas de hace treinta años. Pero, a diferencia de ellos, nosotros no hemos ido a rebuscar del lado del sueño y de la infraconciencia, sino en el otro extremo: del lado de la ultraconciencia y de la vigilia superior. Hemos bautizado así la escuela que hemos creado: escuela del realismo fantástico. No debe verse en ella la menor afición a lo insólito, al exotismo intelectual, a lo barroco, ni a lo pintoresco. «El viajero cayó muerto, herido por lo pintoresco», dice Max Jacob. No buscamos el extrañamiento. No investigamos los lejanos suburbios de la realidad; por el contrario, tratamos de instalarnos en el centro. Pensamos que la inteligencia, por poco agudizada que esté, descubre lo fantástico en el corazón mismo de la realidad. Algo fantástico que no invita a la evasión, sino, por el contrario, a una más profunda adhesión.”

Que tengan un gran día,

Sergio Otaño