jueves, 7 de abril de 2016

EL FLUIR DE LA HISTORIA

Aunque occidente recibió la impronta de Aristóteles que era un gran partidario de la razón, también cobijó a defensores del lugar de la locura en el mundo. En La loca y el relato del crimen, Piglia (1999), desarrolla la trama a partir de una mujer indigente (una loca) que duerme tirada cerca de una estación de subtes mientras delira, repite sin cesar su nombre y relata en forma entrecortada e incoherente las claves del homicidio de una prostituta que tuvo lugar en la calle. El detective Emilio Renzi intuye que la gitana psicótica ha presenciado un homicidio y logra descifrar, valiéndose de la lingüística, los móviles del crimen. Se trata de una verdad enmascarada en la locura. Poe va aún más lejos al señalar que "La ciencia no nos ha enseñado aún si la locura es o no lo más sublime de la inteligencia". Efectivamente, tanto el error como la ausencia de razón pueden conducir a verdades científicas como la ley de gravedad a partir de la caída de una manzana. ¿No se trata de un disparate pensar que la materia es equivalente a la energía? Ese disparate hoy es una ley fundamental de la física. ¿Qué se puede pensar de una teoría que plantea que un objeto ocupa simultáneamente dos posiciones en el espacio y que sólo “colapsa” hacia una de las posibilidades al ser observado? (detectado) ¿Es milagro? ¿Es brujería? Hoy es el fundamento de la física quántica. Platón tenía la noción de que la “locura divina” (inspiración) requería recorrer una cierta regresión y empaparse de irracionalidad para encontrar contenidos nuevos, y se refería esta capacidad como un “regalo de los dioses”. Se trata, para los griegos de una voluntad por recorrer el camino entre el pensamiento racional y el irracional, de ida y de vuelta. Aquí reside, tal vez, la clave: la vuelta. El loco, parece haber tomado un viaje de ida, le falta el boleto de regreso.

La libertad de elección es otra de las condiciones que Aristóteles plantea en la praxis que parte de un proceso de boúlesis (deliberación) y proaíresis (libertad, liberación en el debate, elección libre) o decisión como precursores de la “voluntad” en tanto motivadora de la acción. Se trata de un deseo racional y una elección deliberada. Estas deliberaciones tienen lugar en, y a través del agón, reunión o asamblea en la que se debate. Es interesante que éste término –del cual deriva la palabra agonía- se puede traducir como angustia, suspensión, abandono, vergüenza, perplejidad, atontamiento, confusión y mistificación entre otros. Se trata de un estado de debate en el que las recetas o protocolos quedan en suspenso derivando en una cierta perplejidad. Según Aristóteles, no se delibera sobre todas las cosas. No se delibera sobre la salida del sol, sobre la voluntad de los vientos, sobre la sed de las lluvias, sobre los caprichos del azar o sobre la duración de la eternidad. Se delibera sobre cosas que podrían ocurrir gracias a la intervención humana.

Durante el siglo XVII, el cogito cartesiano afirma el poder ilimitado de la Razón para gobernar el mundo de los hombres: se inaugura el iluminismo. Se devalúa la idea de rey, Kant llama a asumir la mayoría de edad, a abandonar las culpas propias de su condición de inferioridad. Por cuanto la inferioridad implica la impotencia de los hombres para alcanzar conciencia de su propio ser sin dirección y sin amo a quien servir. Se impulsa la idea de la libertad humana para pensar, expresarse, trabajar, estudiar y crecer, y sus consignas son: libertad, igualdad, fraternidad, ¿propiedad privada? La propiedad privada es definida como sagrada e ilimitada. Esto es una muestra de la influencia de la burguesía que, al igual que los nobles, también eran propietarios de tierras, por lo tanto, defensores de la propiedad privada. Se liberan siervos. Cae la idea de Dios y de una verdad absoluta, así, NIetszche (2005) advierte:

Cada verdadera fe es infalible. Cumple con lo que la persona creyente espera encontrar en ella. Sin embargo, no ofrece el menor apoyo para el establecimiento de una verdad objetiva. Aquí los caminos de los hombres se dividen. Si deseas lograr paz mental y la felicidad, ten fe. Si quieres ser discípulo de la verdad, entonces busca.

Durante el siglo XVIII se produce una gran transformación tecnológica, económica y social, se termina con siglos trabajo manual y el uso de la tracción a sangre que se sustituyen por maquinaria para la fabricación industrial y el transporte de productos y pasajeros. La revolución industrial, cambia la naturaleza por la máquina y decreta la prescindibilidad de las bestias y de los humanos en tanto bestias –siervos y esclavos-. Sin embargo, estos cambios tienen lugar solo en los países industrializados, por lo que las diferencias sociales, pasan del campo intranacional al internacional. Esto genera tensiones que derivan en un conflicto bélico enorme, la primera guerra mundial. Tras la primera guerra mundial, se produce la caída de los imperios, dejan de existir los imperios alemán, ruso, austro-húngaro y otomano. El alemán y ruso pierden territorios, mientras que el astro-húngaro y otomano son disueltos. Las diferencias sociales se acentúan con el enriquecimiento de los industriales y comerciantes, al tiempo que se empobrecen los pequeños ahorristas, los retirados y los asalariados afectados por la inflación. Las mujeres adquieren un nuevo lugar en la sociedad y se vuelven indispensables en el campo, las fábricas, las oficinas, y las escuelas. Avanza el feminismo, y el derecho a voto es acordado en Gran Bretaña, Alemania, Estados Unidos, Turquía y Rusia, aunque no en Francia. Estos cambios sociales dan la impronta que signa la lucha política que sostendrán el liberalismo, el comunismo, y el fascismo a lo largo del siglo XX. El fascismo y el comunismo trataran de recrear los imperios y entronizarán líderes mágicos, mesiánicos, psicópatas, dispuestos a asesinar a millones sin titubear. Nuevamente surge la pregunta, ¿locura? No necesariamente, tal vez solo la pura racionalidad despojada de todo rastro de sensibilidad, de todo conocimiento afectivo, de aquella cualidad que Barthes denomina delicadeza, de aquello que añade un valor al acto cuando es realizado con toda sutileza. Lo que resta es brutalidad en estado puro. Ante esta manera brutal de habitar el imperio, territorio, espacio o casa, Guattari (1980), propone la sensibilidad: "Ethos es a la vez residencia y manera, patria y estilo". De flujos que suceden desde el conocimiento afectivo, del nivel de la sensibilidad inherente a la relación, bajo una percepción inmediata.

De la mano del liberalismo, se produce y reproduce la fantasía del igualitarismo iluminista: libros para todos, arte para todos, educación para todos. Como señalamiento de esta fantasía, Adrono (1985) hace una crítica de la industria del entretenimiento, de la comercialización del arte y de la uniformización totalizante de la cultura. La crítica apunta al núcleo del modelo liberal, a la producción en masa de contenidos, a la economización de la cultura. Esto implica poner en cuestión las nociones de genio, de creación, de originalidad y de autonomía. Algo inherente a los modos de producción que manipulan formas de subjetivación que someten al individuo al poder y a la totalidad del capital. Los productos de la industria cultural son constituidos de tal forma que niegan o incluso impiden cualquier tipo de capacidad imaginativa, de espontaneidad, de fantasía o cualquier otro tipo de pensar activo por parte del espectador. La constitución del público forma parte del sistema de la industria cultural. Los deseos espontáneos del público se convierten en un texto inconsciente. Para todos los consumidores hay algo previsto y cada consumidor debe dirigirse al catálogo de productos en masa que ha sido preparado para él.

Los consumidores de la industria cultural, señala Adorno, aparecen como marionetas del mercado, forman parte de estadísticas, de índices –IBOPE-, son contados, serializados, encarcelados en su engranaje. La paradoja es que a partir de la noción de libertad del iluminismo, la industria somete a los cuerpos, los domina y controla. Además los consumidores se someten sin resistencias porque la industria les ofrece lo que desean. Pero, eso que desean, a su vez, es instalado por la propia industria, con lo que se logra una perfecta recusividad constructiva: se implanta el fetiche, se produce, se ofrece y se consume. Esta función recursiva implica también a los que producen el contenido cultural que se encuentran sometidos igualmente al sistema. El protagonismo efímero (o no) de los cuerpos que pueblan los reality-shows, los documentales, los concursos de talentos, como the voice, conlleva la ilusión de la propia presencia del espectador y constituyen, por lo tanto, una identificación. Precisamente, la manipulación en la producción de subjetividad por medio de identificaciones es lo que Adorno denomina subjetivación. Además: “Lo que se resiste puede sobrevivir sólo en la medida en que se integra. Una vez registrado en sus diferencias por la industria cultural, forma ya parte de ésta como el reformador agrario del capitalismo”. Así, la imagen del Ché Guevara es asimilada al sistema por medio de la reproducción, por ejemplo, en camisetas.

¿Determinismo o libertad? Desde la teoría del reflejo, el materialismo engeliano plantea al hombre como materia pasiva, inerte (Engels, 1975). Para Sartre (1963), esto es irracional y asegura que el hombre está condenado a ser libre. Pero la libertad se pone en juego en la acción que, en la dimensión humana, solamente tiene sentido dentro de un proyecto. Para Sartre, la materia aporta la existencia, un antecedente de la esencia que el individuo construye a partir del proyecto. Lejos de un ser inerte o pasivo, Sartre plantea la praxis del individuo en el marco de la lucha. Argumenta que la dialéctica solo puede ser considerada como una totalización en curso. La totalización en tanto proceso se encuentra en la praxis. Así la noción de totalidad se conecta con la de totalización como proceso que es la que le otorga sentido a la experiencia humana. Así, Sartre (1967), argumenta: “…no es únicamente el peso de las cosas hechas y dichas, lo que disminuye cada vez más la libertad de decisión, sino también el peso de las cosas hechas y dichas en la medida en que los demás las toman y le construyen a uno una cierta personalidad. Es lo que, en la crítica de la razón dialéctica, denomino el aumento de lo práctico-inerte. Es decir, que todo lo que ha sido libre elección, se vuelve después un condicionamiento material, inerte.”

Las vanguardias se organizan subjetivamente para plantear una oposición al modelo de producción cultural y ponen en cuestión las bases estéticas del establishment. El artista de vanguardia como un revolucionario, se opone a la idea de obra de arte como mercancía, en cambio, plantea la obra como expresión de señalamiento crítico: arte desechable, arte callejero, arte despojado de las nociones estéticas de lo verdadero, lo bello y lo bueno. En ese momento surge noción de subjetividad flexible, como esa sensibilidad que permite tanto el reconocimiento del otro en su alteridad, como la propia subjetividad creada a partir de la mirada del otro (Rolnik, 2006). El problema, como señala Sartre, es que la relación entre individuos es siempre una relación conflictiva; el conflicto que se define en términos del Ser para los demás queda plasmado con toda su fuerza en la afirmación de Garcín: “El infierno es los otros” (Sartre, 1948). No hacen falta instrumentos de tortura ni un verdugo que los aplique. Basta con la mirada de los otros, y agrega Sartre,“aun si nadie nos ve, existimos para todas las conciencias y tenemos conciencia de existir para todas”. La lucha permanente entre los hombres se debe siempre y de manera exclusiva a la rareza o escasez de materia. En términos biológicos se podría pensar en la escasez de alimentos u oportunidades de apareamiento, para los colectivos se trata de recursos insuficientes para cubrir de manera adecuada las necesidades de su población. Pero para Sartre, la noción es más compleja, se trata de la relación con la alteridad. El extrañamiento con los colectivos ajenos, en términos de objetivación de la otredad que se materializa como indiferencia, hostilidad o violencia. Durante la década de 1960, las vanguardias experimentan un viraje desde la experimentación puramente estética a la experimentación política, al movimiento de masas. Se trata de un rechazo al modo de vida burgués en todas las esferas: la sexualidad, la alimentación, la educación y la vida comunitaria. Existe la creencia en una utopía totalizadora que propone prácticas estéticas que no buscan la autoprotección, sino envolver al otro, en los que la obra realizada entra en esa relación en tanto objeto de arte. Hay una crítica a los materiales de soporte de las obras, por ejemplo en lugar de telas para un cuadro, se usan materiales de desecho. Se abren interrogantes ¿Qué lugar ocupa el cuerpo del artista? ¿Existe separación entre el arte y la vida? ¿Cuál es la implicación del tiempo? ¿Hay arte en lo efímero? ¿Real o surreal?

Estos interrogantes, sumados a las contradicciones propias del modelo, ponen en crisis las certezas del capitalismo en todas las esferas: cultural, subjetiva, social, política y económica. Sin embargo, la respuesta del capitalismo es la de instrumentar exactamente lo que estos movimientos proponen en términos de subjetividad flexible: libertad de creación y experimentación. A partir de esto, lo que constituye una resistencias a la cocina burguesa, en términos rechazar el consumo de alimentos industrializados, se transforma en etiquetas de comida-light, bio, orgánica, carísima. Toda la inventiva puesta en juego para resistir los libretos y las recetas del capitalismo pasa a formar parte de los insumos para la generación de plusvalía. Se parece un tanto al personaje Magin Buu del manga japonés Dragon Ball que, a pesar de tener una personalidad infantil y juguetona, suele divertirse con la destrucción; además posee una técnica que le permite absorber a sus adversarios y utilizar sus capacidades (Toriyama, 2005). El capitalismo globalizado actual es neoliberal, cognitivo, cultural e informacional. Se produce el pasaje de las fuerzas de trabajo del proletariado a la instrumentación de las fuerzas de creación del cognitariado (Berardi, 2005). Se produce un corrimiento del modelo de producción de la aplicación del capital financiero destinado a la producción de mercancías para su aplicación a la construcción de conceptos. Estos conceptos son signos que se distribuyen por medio de la publicidad y de la cultura de masas. Las campañas publicitarias cumplen con la lógica señalada por Adorno en tanto facilitadoras de la identificación y fabricantes del deseo del consumidor. ¿Dónde quedan las decisiones libres, la proaíresis aritotélica?, de acuerdo a (Derrida, 1988): “Lo indecidible no es sólo la oscilación o la tensión entre dos decisiones. Indecidible es la experiencia de lo que siendo extranjero, heterogéneo con respecto al orden de lo calculable y de la regla, debe sin embargo (..) entregarse a una decisión imposible, teniendo en cuenta el derecho y la regla (...) Una decisión que no pasara la prueba de lo indecidible, no sería una decisión libre; sólo sería la aplicación programable o el desarrollo continuo de un proceso calculable.” El capitalismo parece ofrecer una infinita gama de alternativas, pero dentro de un conjunto finito opciones predeterminadas.

El paroxismo de la capacidad totalizante del modelo capitalista es la noción de prosumidor, que fusiona los términos productor y consumidor (Toffler, 1997). Se trata de una actividad que agrega valor –plusvalía- a un producto material, a un servicio, al conocimiento, etcétera. Esta tendencia a producir y consumir, es potenciada por el contexto tecnológico actual, en el que el desarrollo de la informática y de las redes de comunicación, permite tener mayor acceso a cualquier tipo de información, sin que las barreras geográficas sean un impedimento. El soporte informático impone un esqueleto binario que, en apariencia, ofrece múltiples posibilidades. Sin embargo, los diseños programados tienden a predisponer a los usuarios a estar en un estado de (s)elección permanente. Estas elecciones no pasan la prueba de lo indecidible, sino que refuerzan la disposición sobre el decidir entre un espectro limitado y pre-configurado por alguien más –programador, ley científica, partido, religión-. Uno de los mandamientos que plantea Rushkoff (2012) es: “Siempre podrás elegir ninguna de las opciones anteriores”. Y agrega: “En el plano digital todo se resume a decisiones. El medio está en sí orientado a lo discrecional. Y esto constantemente deja fuera cosas que no elegimos notar o documentar, y nos obliga a decidir incluso cuando no hay necesidad de hacerlo”. La fantasía húmeda de convertirse en el protagonista de su propio programa de entrevistas, de tutoría, de música, de aventuras está al alcance de una tablet, o incluso de un teléfono. Los jóvenes que se cuelgan de puentes o caminan por las cornisas en la cima de edificios muy elevados, viven la aventura –o mueren en el intento- de protagonizar la viralización de una entrada publicada en alguna de las redes sociales disponibles. Se trata del “Show del Yo” en su máxima expresión (Sibilia, 2008).

Sergio Otaño (2015)



BIBLIOGRAFÍA

Adorno, T., et al. (1985). Industria Cultural y Sociedad de Masas, Caracas: Monte Avila.

Berardi, F. (2005). Del intelectual orgánico a la formación del cognitariado, Revista Archipiélago Número 66.

Deleuze, G., Guattari, F. (1980). Mille plateaux. Capitalisme et schizo phrénie 2, París, Les Éditions de Minuit.

Derrida, J. (1988). Afterword: Toward an Ethics of Discussion, trad. Samuel Weber Limited Inc., Evanston: Northwestern UP.

Engels, F. (1975). Dialéctica de la naturaleza, Buenos Aires, Cartago.

Nietzsche F. (2005). Correspondencia I (Junio 1850 – Abril 1869), Editorial Trotta/Fundación Goethe.

Piglia, R. (1999). La Loca y el Relato del Crimen en Cuentos con Dos Rostros, México, D.F., UNAM.

Rolnik, S. (2006). Las claves del presente: La dictadura del paraíso (entrevista).

Rushkoff, D. (2012). Program or be Programmed: TEN COMMANDS FOR A DIGITAL AGE, OR Books.

Sartre J.P. (1948). A Puerta Cerrada, Editorial Losada.

Sartre J.P. (1963). Los Colectivos en Crítica de la Razón Dialéctica, Editorial Losada.

Sartre, J.P. (1967). Radio Canadá Dossier No. 12.

Sibilia, P. (2008). El Show del Yo en La Intimidad Como Espectáculo, Fondo de Cultura Económica.

Toffler, A. (1997). La Tercera Ola, Plaza & Janes.

Toriyama, A. (2005). Dragon Ball, Chapter 465, Volume 39.